Yolanda Álvarez

Corresponsal TVE en oriente próximo

«La pobreza no sólo debe mostrarse, también debe explicarse y analizarse»

1. ¿Crees que la cooperación al desarrollo y la ayuda humanitaria contribuyen a mejorar realmente la calidad de vida de las personas? ¿Por qué?

Para que un proyecto de desarrollo o una intervención de ayuda humanitaria tenga sentido, debe mejorar en algún aspecto la calidad de vida de las personas a quienes va dirigido, sus beneficiarios. Pero aquí surge el amplio debate de hasta qué punto esta ayuda, que a menudo salva vidas o las mejora, lo que en sí mismo ya le da sentido, supone un “parche”, una “tirita” para una herida sangrante mucho más profunda, como es la enorme desigualdad entre las sociedades del Sur y del Norte, que exige cambios estructurales. El lugar donde nacemos condiciona enormemente nuestras posibilidades de acceso al agua, a la educación, a recursos sanitarios o a las nuevas tecnologías, por ejemplo, o el cumplimiento de los Derechos Humanos. Creo que en el mundo actual, la globalización debería dirigirse no sólo a obtener un mayor rendimiento económico de las grandes empresas, sino, sobre todo, a globalizar en un sentido más amplio, a hacer comunes y equitativas esas oportunidades de acceso. Por eso, todos los agentes implicados en la cooperación al desarrollo y la ayuda humanitaria deberían tener en cuenta no sólo los objetivos a corto plazo de sus acciones concretas, sino repensarlas de forma que se encaminen a acabar con esas profundas desigualdades y contribuyan a cortar de raíz la causa de los problemas que han llevado a esa situación de pobreza o falta de desarrollo. Si no, quizás con la mejor de las intenciones, pueden estar contribuyendo a perpetuar una situación tremendamente injusta de la que, sin pretenderlo, se pueden convertir en colaboradores necesarios.

 

2- Pobreza… ¿Crees que se puede cambiar esta situación movilizando a las personas contra la pobreza?

Creo que todos los cambios históricos que han supuesto un paso adelante para la Humanidad, como el fin de la esclavitud o del apartheid, o la Revolución Francesa, se han producido gracias a la movilización social, primero de una persona clave –como lo fue Nelson Mandela- o de un grupo de luchadores o activistas concienciados, y más tarde, de una mayor parte de la sociedad. Por eso creo en la capacidad de la opinión pública para pedir a los líderes políticos cambios o para promoverlos a través de iniciativas. La pobreza sólo se combate cuando nosotros, como ciudadanos, la convertimos en una prioridad de nuestros líderes. Para eso, hace falta tomar conciencia de ese problema, que en la mayoría de ocasiones es estructural y no coyuntural, para empezar a exigir medidas y soluciones. Combatirla pasa por pequeñas acciones individuales (como el consumo responsable) y también por acciones colectivas, que logren movilizar a la sociedad, a menudo aletargada, y que hagan entender que ese problema nos importa a muchos y es prioritario.

 

3. ¿El desconocimiento sobre pobreza y discriminación contribuyen a perpetuar la situación? ¿Cómo enfrentarnos a este desconocimiento? ¿Cómo hacer ver que la pobreza es un problema de todos y que podemos hacer algo real desde nuestra vida cotidiana?

 

El primer paso para resolver cualquier problema es conocerlo; después, tomar conciencia; y finalmente, actuar para promover su resolución. En ese sentido, los medios de comunicación desempeñan una labor fundamental, para poner fin a ese desconocimiento; pero también, otros agentes sociales, como la escuela o movimientos y agrupaciones sociales. La pobreza no sólo debe mostrarse; también debe explicarse y analizarse: ver cuáles son sus causas y sus consecuencias. Creo que en este mundo, todos sabemos que hay pobreza y que cada día esa pobreza se cobra vidas; pero muchas veces se ve como algo lejano, que a nosotros no nos puede tocar ni afectar. Con la actual crisis económica, el zarpazo de la pobreza ha dejado a muchas personas sin hogar, sin trabajo o sin recursos, y quizás eso haya contribuido a darnos cuenta de que cualquier día nos puede tocar a nosotros y ha desarrollado más nuestra empatía hacia quienes la sufren desde hace tiempo, quizás toda su vida, sólo por haber nacido en un lugar. Cuando los periodistas acercamos esa realidad a quienes han tenido la suerte de no sufrirla, debemos contar esa historia no como algo anecdótico o lejano, sino acercarla, buscando la forma de que nos llegue (sin caer en sentimentalismo ni sensacionalismo) y que nos haga pensar en qué se puede hacer para erradicar ese problema.

 

4. En tiempos de crisis, es importante hacer ver que hay recursos para luchar contra la pobreza. ¿Por qué no llega este mensaje a la gente? ¿Puedes desde tu posición comentar qué han implicado los recortes en materia de cooperación que se están aplicando en nuestro país?

En tiempos de crisis, hay escasez de recursos y los líderes políticos deciden cómo administrarlos. Como decía, los medios de comunicación y otros agentes sociales desempeñan un papel clave en la concienciación y la movilización de la sociedad. Es importante explicar cómo en un mundo globalizado, cualquier acción puede tener repercusión en otro punto del planeta y cómo todos, como ciudadanos, tenemos una responsabilidad con nuestras acciones u omisiones. Una sociedad más concienciada puede actuar de manera más responsable.

Al llevar varios años viviendo fuera de España, desconozco las consecuencias exactas de esos recortes, más allá de que se ha reducido el presupuesto público en cooperación al desarrollo; pero todos deberíamos pensar que las crisis golpean con más fuerzas a los sectores más vulnerables, y por eso en los malos tiempos habría que ser más solidarios si cabe.

Yo trabajo en una empresa pública, RTVE, que ha sufrido recortes en los últimos años y eso, inevitablemente, influye en los recursos que podemos destinar para elaborar nuestra información. La información internacional es la más cara: desplazarse al terreno o mantener una corresponsalía tiene un coste mayor que utilizar la información que suministran las agencias. Ahora bien, sólo la mirada del periodista sobre el terreno puede humanizar la información, contar historias de vidas o actores anónimos que no tienen cabida en grandes titulares, pero que muy probablemente son las que más nos ayudan a entender los problemas y a acercar la información al espectador, oyente o lector. En tiempos de crisis, todos debemos esmerarnos más aún en sacar el mayor rendimiento posible a los recursos destinados; pero sin perder de vista que esa labor de información es necesaria para una mayor concienciación como paso previo a la resolución de problemas. Un medio de comunicación público debe preservar, ineludiblemente, el derecho a la información de la ciudadanía y la libertad de expresión.

 

5. Lo que no se conoce no se puede cambiar… ¿Cómo implicar a los MMCC y a los periodistas como aliados de esta causa? ¿Cómo incluir estas temáticas en la agenda informativa actual?

«A mi juicio, el periodista no debe ‘defender causas’, sino ejercer un periodismo humano y justo y, por supuesto, la lucha contra la pobreza es una causa justa. Hay que esforzarse en trabajar estos temas con enfoques atractivos o relacionarlos con algún acontecimiento de rabiosa actualidad»

Los medios de comunicación funcionan con una agenda que, con las nuevas tecnologías, se ha hecho cada vez más cambiante, instantánea, y por ende, menos reflexiva. A mi juicio, el periodista no debe “defender causas”, sino ejercer un periodismo humano y justo; y, por supuesto, la lucha contra la pobreza es una causa justa. Creo que el periodista debe mantener una actitud receptiva ante estos temas que no “venden” tanto, en la medida de que pierden la atracción de la novedad y de la actualidad en su sentido más estricto. Y también debe esforzarse en buscar la forma de hacerlos atractivos, buscando, por ejemplo, un enfoque que no se haya ofrecido antes o que lo relacione con algún acontecimiento de rabiosa actualidad. Hay que aprovechar las “perchas” que nos ofrecen ciertas crisis o noticias para abordar otros problemas de fondo. Por ejemplo, en el área que cubro, Oriente Próximo, la población palestina sufre muchas carencias y, especialmente, la de Gaza, que ya sufría una crisis humanitaria y que la última ofensiva militar israelí ha dejado devastada. Y no sólo me refiero a los barrios y poblaciones prácticamente borrados del mapa, sino también a la situación de penuria en que ha quedado sumida la mayor parte de la población.

La guerra abría los Telediarios y ocurrían cosas tan atroces que lo que mostrábamos en una pieza del informativo era apenas un 5% de lo que pasaba en la Franja palestina. Por eso, decidimos contar historias de personas anónimas, humanizar el conflicto y mostrar el sufrimiento de la población civil, atrapada en un perverso ciclo, que ha hecho que los niños gazatíes hayan vivido tres guerras en menos de seis años. Después de la guerra, mi equipo y yo pudimos hacer un documental, un “En Portada”, que mostraba la dura situación en la que viven hoy los habitantes de la Franja, “Atrapados en Gaza”. Aprovechamos ese espacio, que sólo se da en la televisión pública y que creo la ciudadanía debe exigir tener, para contar a través de varios personajes cómo viven día a día personas que se han quedado sin hogar, sin un miembro de la familia… Vidas marcadas por un conflicto que además ha empeorado su calidad de vida. La población de Gaza se ha enfrentado a una ola de frío sin calefacción, con 6 horas de electricidad al día (a veces 4), sin apenas gas ni combustible… y miles de familias siguen sin hogar. Las ONG intentan paliar en lo posible esa dura situación, pero van más allá de la asistencia y también han empezado a pedir el fin del bloqueo y una solución política al conflicto. Nosotros tenemos que hacer que lleguen esos mensajes, para que la comunidad internacional se implique en promover una solución pacífica, después de décadas de conflicto. No siempre lo conseguimos, pero hay que seguir intentándolo.

 

6. ¿Consideras que en la práctica hace falta una mayor formación y/o sensibilización sobre los temas de pobreza, desarrollo y cooperación entre algunos periodistas?

El periodista está en continuo aprendizaje: puede formarse sobre el terreno, aprendiendo de lo que ve y averigua día a día, o a través de cursos reglados. Yo estudié un postgrado de Cooperación al Desarrollo cuando trabajaba en el Centro Territorial de TVE en la Comunidad Valenciana y he de decir que me ha servido mucho para entender las causas de las desigualdades entre Norte y Sur, qué elementos debe tener la cooperación internacional para no fracasar o ser contraproducente, comprender conceptos técnicos que las ONG manejan en su jerga y que muchos periodistas confunden o no acaban de dominar, introducir otra perspectiva en mi trabajo periodístico… Y son conocimientos que me han resultado especialmente útiles en los viajes que he hecho a Costa de Marfil, Guinea-Bissau o República Democrática del Congo, en torno a proyectos de cooperación. Creo que cuando un periodista ve sobre el terreno la pobreza, cuando la huele, la palpa y la siente, puede narrar su historia mucho mejor y hacer que llegue a la gente. Por eso, la experiencia y la formación se complementan y enriquecen nuestro trabajo. Una buena contextualización es necesaria para entender por qué la pobreza o la falta de desarrollo golpean a una población.

 

7. ¿Qué han aportado las redes sociales en tu trabajo periodístico y de sensibilización?

Las redes sociales nos ayudan a difundir aún más nuestro trabajo. Ahora muchos de nuestros reportajes se vuelven a ver o llegan a más gente porque la gente los recomienda a través de Facebook o Twitter. En mi caso, también me permiten dar titulares o noticias de menor entidad que no tienen cabida en un Telediario, pero que a la gente interesada en la zona que cubro sí le importan.

También permiten la interacción, de forma que nos ayuda a tener el “feed-back” de nuestro trabajo, y a saber mejor qué le interesa más al espectador o qué aspectos de un reportaje son los que más han calado.

Ahora bien, en mi caso concreto, en Twitter también hay muchos “troles” que toman parte por un lado del conflicto e intentan desprestigiar nuestro trabajo o difamarnos, para restarnos credibilidad. Creo que al final la ciudadanía sabe distinguir esa contaminación y, de hecho, siempre son muchísimos más los apoyos o mensajes constructivos que los que intentan coartar nuestra libertad de expresión. Y creo en la participación y en el intercambio, sobre todo cuando es constructivo; pero sin perder de vista que el periodismo debe estar hecho por profesionales, como en cualquier otro oficio, así que hay que distinguir bien de dónde vienen esos mensajes, quién los transmite y qué hay detrás. No creo en el llamado “periodismo ciudadano”, como tampoco querría ir al médico o a un abogado y que me atendiera alguien sin formación ni experiencia. Sí que creo, por supuesto, en la participación de la ciudadanía.

 

8. Partiendo de que la labor de denuncia de los MMCC en DDHH es importante, ¿por qué hay conflictos olvidados, de segundo nivel, que no tienen reflejo en los medios?

La novedad y la actualidad son dos criterios que imperan en la información diaria, así que, desgraciadamente, cuando un conflicto lleva mucho tiempo, poco a poco, deja de ser noticia, porque los editores quieren que el producto informativo sea variado y no cuente siempre lo mismo. Otro aspecto que influye es nuestra visión occidental y egocentrista del mundo. Particularmente, creo que “sobreinformamos” de los lugares más desarrollados, en los que la información a través de agencia llega enseguida, como es el caso de Estados Unidos: seguimos día a día las nevadas, los incendios, los crímenes, etc.; noticias que nunca seguimos en otros países. Sin embargo, en África llega muy poca información: sólo la damos con cuentagotas y cuando son noticias de gran magnitud. Desgraciadamente, la muerte de un estadounidense o de un español es noticia en muchas ocasiones, mientras que cuando se trata de africanos, árabes o asiáticos, sólo se da cuando mueren muchos. Hay un criterio lógico, que es la cercanía: nos importa más lo que pasa en Francia o Italia que lo que sucede en la India; pero también se impone un criterio de poder o influencia: le damos mucha más importancia a Estados Unidos que a Canadá, México o Chile, y siempre nos fijamos más en Alemania que en Portugal.

«Desgraciadamente, la muerte de un estadounidense o de un español es noticia, en muchas ocasiones, pero cuando se trata de africanos, árabes o asiáticos, sólo se da cuando mueren muchos. Hay un criterio lógico de cercanía, pero también hay un criterio de poder e influencia»

La labor de los medios de comunicación para denunciar las violaciones de derechos humanos es fundamental, aunque personalmente admiro a los activistas y organizaciones que hacen que los periodistas nos fijemos en esos casos, como Amnistía Internacional o Human RightsWatch, y pequeñas organizaciones de derechos humanos en Israel o Palestina. Aunque muchos ciudadanos se quejan, y creo que con razón, de que hay un doble rasero: se denuncian mucho más las violaciones de derechos humanos en Irán que en Arabia Saudí. Algunas actuaciones del Gobierno de Israel también vulneran los derechos humanos y el Derecho Humanitario Internacional, y no se denuncian como tales, a veces porque a fuerza de repetirse dejan de ser noticia, otras porque nuestros medios suelen ser menos proclives a la crítica con los países “aliados” de Occidente. Por supuesto, los intereses económicos y estratégicos en las relaciones bilaterales también influyen en el enfoque de algunos medios, que, recordemos, no dejan de ser empresas con sus propios intereses.

 

9. La crisis que se está viviendo hoy en día afecta también a los profesionales de la comunicación. ¿Cómo ves el futuro a medio plazo? ¿Hacia dónde deberían orientarse los esfuerzos? ¿Qué sería una sociedad sin profesionales de la comunicación libres e independientes?

El periodismo siempre es una profesión en crisis, ya que está en continuo cambio, adaptándose día a día a los nuevos tiempos, pegado a la realidad. La precarización del empleo ha llegado con más contundencia si cabe a los profesionales de la comunicación. Admiro el trabajo de los periodistas “freelance”, que muchas veces se juegan el pellejo sin el respaldo de un medio detrás o cobran a tanto la pieza. Creo que los medios de comunicación deberían cumplir con unos mínimos éticos y no permitir que un periodista o reportero gráfico se juegue la vida en una guerra sin cubrirlo, qué menos, con un seguro de vida y unas condiciones laborales mínimas. El alto nivel de desempleo en esta profesión está llevando a la gente a aceptar condiciones que repercuten negativamente en la calidad del trabajo: no puede ser igual la cobertura de un periodista que trabaja en un medio que la de un “freelance” que cobra por las crónicas que envíe y tiene que hacer en el mismo día algo para todos los medios que se lo compren, porque si no, no le llega para cubrir ni siquiera los gastos del viaje. La estabilidad laboral también nos permite ser más independientes y defender mejor nuestro trabajo. Y creo, como periodista pero también como ciudadana, que es necesario para una sociedad concienciada tener unos medios públicos de calidad e independientes, que se rijan por criterios periodísticos y no económicos, empresariales o partidistas. No sólo los medios tienen el deber de informar, los ciudadanos también deben exigir que se respete su derecho a la información.

También reivindico el valor añadido que da un corresponsal: el conocimiento de la zona y de la sociedad en la que vive, el acceso a fuentes, la capacidad de contextualizar y analizar los hechos… Y desgraciadamente, parece una profesión en vías de extinción, porque en los medios priman cada vez más los criterios económicos sobre los periodísticos.

A corto y medio plazo, las perspectivas son bastante negativas. Pero eso no significa cruzarse de brazos: creo que tanto los periodistas como el resto de ciudadanos deben hacer lo que esté en su mano por cambiar las cosas. Sólo espero que la ciudadanía se conciencie y sepa exigir sus derechos. Los periodistas debemos aportar información, pero también claves para el análisis. Los espectadores o lectores deben sacar sus propias conclusiones, no caer en el maniqueísmo o el simplismo y desarrollar un pensamiento crítico. Si los habitantes del Norte están concienciados y ejercen como tales, podrán ayudar al desarrollo de los habitantes del Sur, necesario para que este mundo sea un poco más justo.