Sergi Almiñana
Portavoz de la Asociación Jarit
«Cuando la gente es consciente del impacto de su visita, cambia de actitud»
En términos generales, ¿en qué consiste el turismo responsable?
De manera sencilla, te diría que el turismo responsable es la manera en que se enfoca el ejercicio turístico. Debe existir un respeto del entorno y la cultura local y ser conscientes del impacto que nuestra visita tiene en la zona donde se llega. Hay entornos medioambientales más frágiles o en peligro de extinción y eso debe tenerse muy en cuenta. Esta manera de viajar es una ideología o un posicionamiento de cómo influye la llegada de las personas a un lugar. Y el turismo sostenible es cómo se gestiona la acción del turismo en un territorio; es poner a los actores locales como protagonistas, para que esa actividad sea sostenible a nivel social, medioambiental y económico.
¿Qué diferencias fundamentales tiene con respecto del turismo “tradicional”?
Es una cuestión de actitud, básicamente. ¿Dónde está la línea que lo separa? Depende del tipo de actividad que se realice en la zona y las consecuencias que ésta tenga en ese entorno. Hay actividades que se pueden realizar con ciertos criterios y otras que no son respetuosas, porque no se tiene en cuenta la cultura local, el impacto en el entorno. Por ejemplo, el “turismo 4x4” que se generó a partir del rally “París-Dakar”, que se realizó durante varios años entre el norte de África y la costa oeste. Se vendía como una actividad muy buena para la economía local y para los turistas que seguían el rally era como “descubrir África”. Pero, con el tiempo, se ha visto que ha provocado mucho impacto negativo: Las culturas locales no estaban acostumbradas a que se invadiera de esa manera tan salvaje su entorno, tampoco se favorecía tanto la economía local, pues fueron otras empresas las beneficiadas. A veces, los organizadores o tour operadores se aprovechan de que no existe una legislación local firme que diga qué cosas se pueden hacer y cuáles no. Y que existan sanciones al respecto. Con tal de aprovechar al máximo sus viajes y sus ganancias, algunos tour operadores no escatiman en esas normas de respeto local, ni intentan establecer parámetros. Y lo que sucede, a mediano y largo plazo, es contraproducente para todos, porque el impacto paisajístico, la intrusión hacia la gente local y la falta de cuidado en cosas tan básicas como la gestión de residuos o la depuración de aguas, termina por degradar la zona y ésta pierda atractivo y potencial turístico, siendo los más afectados sus habitantes, claro.
«Esta manera de viajar es una ideología o un posicionamiento de cómo influye la llegada de las personas a un lugar»
¿Cuáles son las principales resistencias que tiene la gente para asimilar esta manera de hacer turismo?
Creo que es un problema de educación y sensibilización. Cuando la gente es consciente de ese impacto, cambia su actitud. Hay que hacerles ver el impacto real. Además, está la parte cultural. En el Magreb, existe el componente religioso, tradicional, y hay que saber explicar eso. Es importante que la gente sepa dónde viajará y bajo qué criterios.
¿De qué manera han avanzando las poblaciones locales de esas zonas que se visitan en materia de turismo responsable y sostenible?
En los últimos años, se han desarrollado planes de turismo sostenible a nivel internacional, sobre zonas que tienen un alto valor natural y etnográfico. El tema es que hay que poner medios para ejecutarlos. A veces estos programas teorizan mucho, pero no se logran aterrizar en la realidad para ponerlos en prácticas. No se hacen normativas que sean herramientas para las comunidades locales, para preservar su cultura y su entorno. Debe haber una fiscalización del ejercicio del turismo. Nosotros hemos intentado formar a ciertos colectivos en el Magreb, sobre el fomento del respeto a su entorno y cultura, pero no es fácil cuando no está acompañado de medidas de las administraciones locales y estatales. Hay un proceso, pero es lento, faltan recursos y medidas.
¿Cómo se coordinan desde Jarit con el tejido social de las comunidades para estructurar este tipo de viajes?
Ha sido un proceso a lo largo del tiempo, activado con los distintos viajes que hemos ido realizando. Nosotros, como asociación, nacimos en el barrio de Russafa, en Valencia, a finales de los años noventa. Nuestro barrio tenía una importante inmigración magrebí y subsahariana. Y esos viajes empezaron, fundamentalmente, para conocer más sobre la cultura de esa gente que era parte de nuestro barrio. Si queríamos fomentar una mejor convivencia, era fundamental viajar y conocer sus países de origen. Entonces, vimos que el turismo era un factor determinante en esta zona, emergente a nivel económico, pero muy importante para su desarrollo. Hay que tener en cuenta que, cada vez más, son poblaciones menos dependientes de la agricultura y el turismo es un bastión muy importante. Desde entonces, hemos ido creando una relación de confianza, intentando aportarles lo que necesitan, como en la organización colectiva de mujeres y jóvenes, por ejemplo. Hemos tenido un trabajo de estructuración social, donde el turismo es un eje transversal. Es un proceso desde el que queremos fomentar un modelo más sostenible, donde los colectivos locales tengan un papel fuerte en la toma de decisiones, pues existe mucha gestión turística que se hace desde las grandes ciudades de Marruecos, como Casablanca o Marrakech.
El programa turístico de su entidad también incluye campos de trabajo. ¿En qué consisten?
Estos campos surgieron junto a la Concejalía de la Juventud del Ayuntamiento de Valencia. El objetivo es que jóvenes valencianos, de 18 a 30 años, puedan convivir con estas comunidades y tener un intercambio cultural y social con ellos. Al volver a Valencia, algunos de ellos deciden colaborar y ser voluntarios en nuestra asociación. Es básicamente un programa de diversas actividades de inmersión social y cultural, que se hace durante 15 días.
«Creo que es un problema de educación y sensibilización. Cuando la gente es consciente de ese impacto, cambia su actitud»
¿Cómo le dan seguimiento a los viajeros, para saber si realmente se ha hecho una labor de sensibilización y ha habido algún cambio en su manera de plantear el turismo?
Algunas personas han repetido el viaje. Pero cada quien asimila de una manera distinta sus experiencias. Sin duda, estos viajes les abren los ojos en muchos sentidos. Cambia su actitud en cuanto al turismo y a la cultura del lugar. Actualmente, existe una islamofobia creciente en Europa y este tipo de experiencias ayuda mucho a desvirtuar muchos de estos estereotipos. Llegamos a entender que no son culturas tan diferentes a la nuestra, que son personas como tú, con familia, tradiciones y valores. Pero esto hay que conocerlo de primera mano, para que te cambie de verdad el chip. No es lo mismo que sólo te cuenten en un taller o te muestren un documental.
¿Qué oferta tiene Jarit para este verano?
Nuestro campo de trabajo en este verano será del 2 al 16 de agosto en una comunidad del sur de Marruecos, situada en el desierto de Erg Chebbi. Está dirigida, fundamentalmente, para gente de entre 18 y 30 años, pero la experiencia nos dice que se apunta gente de todas las edades. Toda la información complementaria la tienen disponible en nuestra web www.jarit.org o en el teléfono 963 80 50 76.