Lidia García

responsable de Comunicación de FAO España

Los avances y los retos en la lucha contra el hambre

 

Una de cada nueve personas pasa hambre. Repito: UNA DE CADA NUEVE PERSONAS no come lo suficiente para llevar una vida digna. Según los últimos datos del Estado de la Inseguridad Alimentaria 2015 (SOFI, por sus siglas en inglés), 795 millones de personas en el mundo siguen padeciendo hambre, de los cuales, 780 millones viven en países del Sur. La buena noticia es que esta cifra era mucho mayor hace quince años.

En el año en el que su cumple el plazo de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), 72 países en desarrollo, de 129 a los que se realiza el seguimiento, han alcanzado la meta de reducir a la mitad la proporción de personas hambrientas (ODM1).Esto significa que 216 millones de personas han logrado salir de este círculo de pobreza, hambre y desigualdad. Eso sí, los avances han sido desiguales entre países y también entre regiones. Por ejemplo, mientras que África Subsahariana y Asia Meridional han avanzado lentamente en disminuir la prevalencia del hambre, Asia Central, Oriental y Sudoriental y América Latina han logrado avanzar rápidamente.

«Hay que implementar programas prácticos y coordinar con todos los sectores involucrados y a diferentes niveles, que requieren de recursos propios»

Estas son algunas de las grandes cifras oficiales de organismos de Naciones Unidas, que en la Cumbre Mundial de la Alimentación de 1996, definió la Seguridad Alimentaria y Nutricional (SAN) como concepto multidimensional y multicausal, haciendo hincapié en que los alimentos estén disponibles para las personas, sean accesibles y dispongan de cantidad y calidad suficientes, en todo momento, para asegurar una vida activa y saludable. En paralelo, otros sectores, como la sociedad civil, defiende la Soberanía Alimentaria, que es el derecho de los pueblos a decidir sobre sus políticas agroalimentarias.

Además, el Derecho a la Alimentación, reconocido internacionalmente en la Declaración de los Derechos Humanos de 1948, a través del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), cuyo artículo 12 que habla del derecho de toda persona a estar protegida contra el hambre, indica que es una cuestión de justicia social. En definitiva, estos conceptos y los sectores que las promueven buscan un objetivo común: erradicar el hambre. Y para lograrlo es imprescindible que trabajemos juntos y juntas.

Conocer las causas del problema es el primer paso. En primer lugar, los conflictos y guerras civiles, así como las catástrofes naturales, sabemos que son causa directa de hambrunas. La pobreza y la desigualdad dificultan el acceso a los alimentos. La falta de educación en cuestiones alimentarias da lugar a que no nos estemos nutriendo adecuadamente. Y si no gozamos de salud para poder asimilar adecuadamente esos alimentos, tampoco gozaremos de seguridad alimentaria.

«Es imprescindible crear mecanismos de contraloría o auditoría social por parte de la comunidad para revisar las posibles mejoras del programa»

Por ello, el segundo paso es poner en marcha soluciones. Fomentar un Estado de derecho y la implementación de políticas y leyes son propuestas necesarias pero no suficientes. También hay que implementar programas prácticos y coordinar con todos los sectores involucrados y a diferentes niveles (nacional y local), que requieren de recursos propios.

Una de las acciones que está dando resultados significativos son los Programas de Alimentación Escolar y su vinculación a la Agricultura Familiar, que han proliferado en Latinoamérica. En este caso, se trabaja desde varios ámbitos al mismo tiempo. A nivel local, en el ámbito educativo, se trabaja en las escuelas formando a personal docente, estudiantes, padres y madres y personas que preparan los alimentos, sobre Educación Alimentaria y Nutricional. En el ámbito productivo, se trabaja con los pequeños agricultores y agricultoras de la zona para que provean alimentos a las escuelas con estándares de calidad, que contribuye a dinamizar la economía del municipio, con apoyo del gobierno local. A nivel nacional, se vincula al Ministerio de Educación con los ministerios implicados con la SAN, es decir, Agricultura, Salud, Economía y otras instituciones públicas afines. Además es imprescindible crear mecanismos de contraloría o auditoría social por parte de la comunidad para revisar las posibles mejoras del programa.

Como hemos visto, se ha avanzado mucho, pero todavía no es suficiente. Tenemos retos muy importantes como humanidad. Los ODM han sido una propuesta inicial mundial que ha ayudado a avanzar. El desafío es qué pasa a partir de 2015. Por ello, la construcción de la nueva agenda post 2015 está siendo tan decisiva. Mientras que los ODM fueron una propuesta de Naciones Unidas, los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) han incluido en el proceso de construcción a otros actores, como la sociedad civil o las universidades. Esto ha enriquecido enormemente el proceso, dotándolo de una complejidad más adecuada a la realidad.

«Los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) han incluido en el proceso de construcción a otros actores, como la sociedad civil o las universidades»

Esto plantea nuevos (y antiguos) retos: cómo medir y qué indicadores utilizar en este nuevo escenario de agenda mundial, así como crear una gobernanza global y local interconectada, más ágil, eficiente y eficaz.

Para ello, debemos ser corresponsables los organismos multilaterales, los Estados, las comunidades, las personas. Debemos comprometernos y hacer un esfuerzo.

Recuerden: No nos conformemos, el objetivo final es Hambre Cero.

 

Nota: La información publicada no representa necesariamente las opiniones, posiciones o estrategias de la FAO