Claudia Zavala

Observatorio de Cooperación y Medios de Comunicación de ISCOD

«Cifras, personas y razones: Maneras de informar una tragedia»

La indignación generada por el reciente naufragio de un barco en el Mar Mediterráneo, frente a las costas de Libia, en el que, según datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), han muerto unas 800 personas, ha vuelto a poner en agenda el drama migratorio en Europa.  Según información de la agencia EFE, el naufragio ocurrió la madrugada del domingo 19 de abril, cuando la Marina italiana, tras recibir una petición de auxilio, pidió a un mercante portugués que navegaba por la zona que acudiera a socorrer a la embarcación en apuros. A partir de la primera reconstrucción de los hechos narrada por algunos supervivientes, se sabe que los pasajeros, al ver al mercante portugués, se colocaron a uno de los lados de la barcaza para hacerle señas, lo que provocó el naufragio.

Tan sólo una semana antes, otro barco también había naufragado en el Mediterráneo. Según datos de ACNUR y Save the Children, la embarcación había partido desde Libia y todos los viajeros eran de África subsahariana. Poco se habló de la desgracia de cerca de 400 personas, que también murieron ahogadas.

Han pasado ya varios días después de ocurridos ambos hechos y las informaciones periodísticas al respecto se han centrado, sobre todo, en el número de muertos y en la postura de la Unión Europea al respecto, elementos de gran importancia informativa, por supuesto. Sin embargo, poco se sabe de las causas sociales, bélicas, políticas, económicas y medioambientales que han motivado a cientos de personas a tomar el mayor riesgo que cualquier ser humano puede asumir: Dejarlo todo atrás, para empezar de cero. Proyectar su vida en la diáspora, para reconstruirla o, desesperadamente, salvarla.

En tiempos de “gran modernidad”, nuevas tecnologías y acceso informativo, al menos para los países del norte, ¿cuánto se sabe realmente sobre lo que pasa en países como Libia o en África subsahariana? Probablemente, en España, lo más cercano que nos suene a “supervivientes” sea el nombre de un reality show, en el que un grupo de personas “famosas” se expone voluntariamente y a cambio de onerosos salarios a la precariedad de una isla del “tercer mundo”. Morbo y espectáculo puro. Difícil de superar. Periodísticamente, superar también la “espectacularidad” de las desgracias ajenas explicando lo que está detrás es, hoy más que nunca, necesario. De igual forma, incluir las voces de los verdaderos protagonistas de esas historias. ¿Por qué lo que leemos pocas veces lo incluye, entonces? Si lo que se espera es la esencia fundamental del oficio periodístico. Nada extraordinario. Sólo eso que es básico. De rigor. De método. De primer año de la facultad.

Al respecto, existe un ejercicio metodológico realizado desde el Observatorio de Cooperación y Medios de Comunicación, desarrollado desde la Fundación ISCOD, que plantea un análisis de noticias realizado, durante seis meses, en algunos de los principales medios en España, para conocer cómo se presentan las noticias relacionadas con temáticas como Derechos Humanos, cooperación al desarrollo y ayuda humanitaria (www.observatoriocooperacionymedios.info)

«Un 60,3% de las noticias analizadas en el Observatorio no presentan las causas de las problemáticas planteadas. No explican las razones de los conflictos que se publican.»

Entre los resultados presentados en el informe final, los datos más destacables se refieren a que un 60,3% de las noticias analizadas no presentan las causas de las problemáticas planteadas; es decir, no explican las razones de los conflictos que se publican. Además, sólo un 10,3% de las noticias contiene una voz del sur representada. Es decir, un testimonio directo de los protagonistas. Según lo que se interpreta desde la manera de estructurar estas noticias, las agencias de la ONU, asociaciones y ONGs se han convertido en una especie de “portavoces oficiales” de una parte del planeta que lucha por transformar su destino, pero al que, paradójicamente, a nivel mediático, no se le da voz para que lo narre en primera persona. A esto se agrega que un 52,76% de las noticias analizadas sólo contiene una fuente consultada; es decir, sin un ejercicio de contraste de fuentes informativas, se intenta plantear una explicación del mundo desde una perspectiva ferozmente sesgada.

«Sólo un 10,3% de las noticias analizadas contiene una voz del sur representada. Es decir, un testimonio directo de los protagonistas.»

El ejercicio del Observatorio también incluyó la participación de ciudadanos comunes, que participaron desde la plataforma www.analizo.info, como lectores y analistas de las piezas informativas recopiladas en el seguimiento noticioso. Los resultados pueden verse aquí: http://observatoriocooperacionymedios.info/estadisticas-analizo

Al cierre de este artículo, lo que priman son las noticias centradas en las decisiones políticas de endurecer, aún más, las fronteras europeas o fortalecer los mecanismos de salvamento marítimo, para evitar más tragedias en el Mediterráneo. Como si lo que sucediera formara parte de un “designio fatal de los dioses”, vomitado hacia algunos seres humanos que lo padecen, sólo por nacer en ciertos países. Conocer las causas sociales, políticas y económicas que alimentan estos dramas migratorios ayudaría a entender que no estamos frente a tragedias inevitables, sino frente a un entramado de intereses creados, con nombres y apellidos, con responsabilidad histórica, que debe quedar al descubierto. Por lo tanto, siempre importará saber cuántos iban en el barco, en tanto que son vidas perdidas, que representan el más claro síntoma de injustica y desigualdad en este mundo. Pero más importante será saber ¿por qué se siguen subiendo al barco, aún sabiendo que pueden morir? Y no cambiar de canal cuando nos lo cuenten.