José Luis Sanz

Director de ElFaro.net

«Si no incomodas a tus lectores, no estás haciendo el periodismo que necesitan»

1. Dada tu trayectoria como periodista en un país centroamericano, has podido comprobar lo que implica para ciertos sectores de la sociedad la pobreza y las situaciones de violación de Derechos Humanos. Y por lo mismo, el valor o no, de los esfuerzos que se hacen por combatir estas realidades. Por tu experiencia ¿Crees que la cooperación al desarrollo y la ayuda humanitaria contribuyen a mejorar la calidad de vida de las personas y a la defensa de sus derechos?

Los resultados son irregulares, y en la mayoría de casos se diluyen en un mar de inercias estructurales. Por supuesto, hay proyectos focalizados y sostenidos en el tiempo que cambian profundamente la vida de las personas a las que llegan, o que afectan al debate social sobre ciertas violaciones de Derechos Humanos. Pero las corrupciones y miopías estatales, los círculos viciosos que atrapan a los países centroamericanos, hacen que la cooperación tenga, en general, más un efecto paliativo que de verdadera ayuda al desarrollo. Siento sonar pesimista. La única fórmula de futuro tiene raíces en las mismas sociedades que sufren la pobreza y las violaciones de derechos, y la cooperación, en Centroamérica, apenas ha transformado esas sociedades.

2. Desde tu experiencia como periodista valenciano, radicado desde hace 17 años en El Salvador, ¿Crees que las causas de la pobreza y desigualdad que se viven en C.A, y por ende en otras partes del mundo, son realmente conocidas en Europa? Si no es así, ¿qué crees que es lo que ha fallado y cómo se podría transformar ese desconocimiento?

Hay, desde luego, nociones generales. Supongo que todo el mundo entiende que la corrupción, la tradición de concentración del poder, la huella de la injerencia externa, el clasismo -y el racismo en muchos casos- son parte del problema. Pero la pobreza y la desigualdad se caricaturizan, como se caricaturizan las regiones y continentes, y ese no es un problema solo europeo. A mí, con pocas excepciones, me costaría distinguir el problema político o de desigualdad que sufren uno u otro país africano, como a la mayoría de españoles les costará distinguir las características propias del problema en Guatemala de las de Bolivia. Aceptemos que como sociedad nos importa poco lo que suceda en otra parte del mundo. Hay quienes se dejan la piel por romper esas inercias, claro.

3. ¿Cómo valora un medio del sur, como El Faro, el trabajo de sensibilización y transformación social realizado por las ONG en un país como El Salvador, que ha sido objetivo prioritario, muchos años, de las políticas de cooperación internacional?

Ignoro qué es ser “un medio del Sur”. El Faro no se considera un medio del Sur. El periodismo que hacemos bebe de la escuela estadounidense y de la tradición narrativa latinoamericana a partes iguales. Aspiramos a contar y explicar nuestro país y nuestra región a la sociedad salvadoreña y, como medio digital, a cualquiera que, fuera de nuestras fronteras, quiera comprender El Salvador o Centroamérica. Imagino que es exactamente lo mismo que pretende un periódico del Norte, del Este o del Oeste.

En cuanto a las ONG, creo que es muy valioso el trabajo de aquellas que echan raíces en las comunidades con las que trabajan y revisan los objetivos y metodologías de sus proyectos a partir de las necesidades y el contexto de estas. Sin embargo, insisto, a nivel general su impacto es más que discutible. Quizá el mejor ejemplo es la fuerte inversión en proyectos de combate y prevención de la violencia en El Salvador Honduras o Guatemala: la inversión y gasto de cientos de millones de dólares en las últimas dos décadas, tanto en cooperación directa como en proyectos de ONG, ha sido inocuo. Las pandillas han crecido en tamaño e influencia. Cada año, miles de jóvenes siguen considerando que migrar hacia Estados Unidos o unirse a una pandilla es la mejor decisión, la más rentable, la única que les hará dueños de su propia vida. En muchas ocasiones el trabajo de las ONG en este tema es superficial. La obsesión por lograr resultados medibles a corto plazo lleva a fijarse objetivos casi estéticos, o al menos periféricos, alcanzables pero sin impacto real. La responsabilidad, en todo caso, es de los gobiernos centroamericanos, que no tienen estrategias sólidas en las que integrar el trabajo de la cooperación.

4. Dentro de vuestro modelo de trabajo, hay una parte que es cubierta con fondos de cooperación. ¿Cómo ha sido vuestra experiencia con organismos internacionales?

Nos gustaría no depender de fondos de cooperación y trabajamos para ello, pero estamos muy lejos de lograrlo. El Faro ha crecido mucho y muy rápido en los últimos siete años y en estos momentos un 80% de nuestro presupuesto se financia con fondos internacionales, principalmente de Open Society Fundation, una organización estadounidense dedicada a la propoción de la democracia y el periodismo independiente. En algunas ocasiones hemos recibido ayuda puntual de la Cooperación Española para financiar pequeños proyectos de periodismo cultural o algunas actividades el Foro Centroamericano de Periodismo, que organizamos cada año en San Salvador.

«Un 80% de nuestro presupuesto se financia con fondos de cooperación internacional. Nuestra experiencia ha sido buena, desde el entendido mutuo de que no aceptamos ninguna injerencia en nuestra agenda o en nuestro enfoque periodístico»

Nuestra experiencia ha sido muy buena, en parte porque El Faro solo gestiona fondos para proyectos cuyo desarrollo y objetivos tiene muy claros, y desde el entendido mutuo de que no aceptamos ninguna injerencia en nuestra agenda o nuestro enfoque periodístico. Nosotros diseñamos el proyecto y salimos en busca de fondos. Así financiamos “En el camino”, una cobertura de dos años sobre las rutas de migración centroamericana a través de México, o los cinco años que llevamos cubriendo a gran escala, a través del proyecto Sala Negra, el crimen organizado, las pandillas y la normalización de la violencia en el triángulo Norte de la región. Quienes nos respaldan saben que no compartimos el timón de nuestro barco, pero conocen nuestro trabajo, coinciden en nuestra agenda temática y creen que nuestras investigaciones tienen incidencia. Ojalá no cambien de opinión.

5. En vuestra misión de trabajo planteáis que sois “Una empresa periodística que, mediante la investigación a profundidad, provee información responsable y relevante, para contribuir a que la ciudadanía comprenda su realidad y se involucre en mejorarla”. ¿Consideras que se puede cambiar la situación de pobreza y desigualdad en el mundo, movilizando a las personas-sociedades por la defensa de sus Derechos?

No creo que haya otra forma de hacerlo.

6. Partiendo que la labor de denuncia de los medios en situaciones de violaciones de Derechos es importante e implica cambios sustanciales cuando ésta se da, ¿por qué crees que nos encontramos ante crisis y conflictos olvidados, que no encuentran reflejo en los medios?

Me gustaría estar seguro de que la denuncia periodística genera cambios sustanciales, pero no lo estoy. Esa es la apuesta, en todo caso. Y hay que mantenerla por principios, por tozudez, se perciban o no resultados. En cuanto a los conflictos olvidados, demasiados medios abren espacio a lo que sus lectores consideran importante -o simplemente interesante- en lugar de ponerles sobre la mesa, o golpearles en la cara, si es necesario, con lo que el medio y sus periodistas creen que debería importarle a la sociedad. El periodismo es una labor de comprensión y jerarquización a la que a menudo renunciamos o que diluimos en la rutina. La inercia es un cáncer para el periodismo. Si no incomodas a tus lectores no estás haciendo el periodismo que necesitan.

Aunque claro, a lo peor lo que sucede es que a los periodistas también nos importan un rábano esos conflictos. Y eso sirve para los conflictos olvidados que suceden dentro de nuestras fronteras.

7. ¿Crees que en la agenda informativa de los medios de comunicación de los países del sur se trabajan, en profundidad, los temas de pobreza, desigualdad, desarrollo y Derechos Humanos? Si no es así, ¿cómo crees que podría mejorarse esto?

En América Latina hay mucho y buen periodismo que aborda esos temas como parte esencial de la construcción de democracia y de una sociedad más justa, pero en Centroamérica y en muchos países del continente no lo encontrarás en los grandes medios tradicionales sino en proyectos digitales relativamente recientes, de alcance menor pero cada vez más influencia. Periodistas de a Pie en México, Plaza Pública en Guatemala, Confidencial en Nicaragua, Cíper en Chile o Pública en Brasil hacen un periodismo de altísima calidad y con una agenda propia que los convierte en imprescindibles.

«Mientras las historias sobre pobreza aparezcan en las mismas secciones que las catástrofes naturales, en vez de aparecer en las de economía o política, junto a los discursos de expansión comercial o las noticias de corrupción, vamos a seguir sin entender apenas nada»

Como idea general, mientras la pobreza o la desigualdad se asuman como una enfermedad inevitable, mientras las historias sobre pobreza aparezcan en las mismas secciones que las catástrofes naturales en vez de aparecer en las de economía o política junto a los discursos de expansión comercial o las noticias de corrupción, vamos a seguir sin entender apenas nada.

8. A nivel medios de comunicación, ¿crees que se puede trabajar hacia un nivel de análisis que refleje la pobreza como fenómeno multicausal en el que todos podemos hacer cosas concretas desde nuestra vida cotidiana (consumo responsable, actitud crítica frente a políticas discriminatorias, etc). Es decir, no sólo señalar la responsabilidad de los gobiernos. ¿Por qué no se hace?; ¿Qué crees que haría falta?

Creo que se puede y que se debe, sin caer en el activismo. Las campañas de educación y movilización se las dejo a otros. ¿Por qué no se hace? Supongo que porque para reflejar la complejidad hay primero que comprender la complejidad, sumergirse en ella profundamente, dejar que te empape, que la realidad te carcoma con dudas y te vaya dando elementos suficientes para ordenar esas dudas y llenar algunas de ellas. Y después, encontrar una forma de contarla. Eso requiere, aparte de la voluntad de hacerlo, tiempo. Y al periodismo hemos dejado que le roben uno de sus herramientas más preciadas: el tiempo.

9. Se suele comentar que América Latina ha vivido en una crisis permanente. Por eso, el impacto de la crisis económica actual se vive de manera distinta que en Europa. ¿Cómo crees que ha afectado la crisis a los medios, tanto en el norte como en el sur? ¿Crees que el escenario actual promueve nuevos modelos de negocio de periodismo, o empeora el panorama de calidad e independencia de los medios?

Creo que hay que dejar de idealizar el matrimonio entre periodismo y negocio. Hoy más que nunca, el negocio no es la única forma de sostener buen periodismo. En El Faro no hemos encontrado aún un modelo de sostenibilidad, y creo que todos debemos asumir que esta etapa de transición hacia nuevos modelos va a ser larga, tal vez nunca termine. Pero igual que el compromiso de un periodista con su independencia no puede depender de lo abultado de su salario, es más que evidente que la solvencia económica de un medio de comunicación no siempre deriva en su independencia -la falta de independencia suele ser muy rentable- y en su calidad. Tanto en América Latina como en España, la crisis económica y la revolución de internet han desnudado a muchas empresas periodísticas que en medio de la tormenta han preferido lanzar por la borda su periodismo y su ética antes que sus utilidades. En estos días, a ambos lados del Atlántico, veo tanta -y a menudo más- calidad e independencia en pequeños proyectos de futuro incierto que en los grandes medios que configuraron la opinión pública las últimas décadas.

10. ¿Qué han aportado las redes sociales al ejercicio periodístico de un medio como El Faro, que nació ya con vocación digital y fue pionero en Latinoamérica?

Una contraloría constante de nuestros contenidos, un termómetro de nuestro impacto, y un intercambio infinito de ideas que nos hace preguntarnos cada día si estamos contando bien nuestras historias y si estamos respondiendo o no a las necesidades de la sociedad. María Teresa Ronderos, la gran periodista colombiana, dijo hace poco que hacer un periodismo ético, hoy, incluye crear redes, comunidades, e incorporar a tu discurso periodístico varias voces, no solo la tuya. Coincido. Creo que parte del nuevo desafío para cada periodista y cada medio es tener una voz propia pero asumir que ya no hablas a la sociedad desde un púlpito sino que eres parte de una conversación en la que nadie va a pedir silencio para escucharte. Tienes que ganarte la relevancia todos los días. Tu credibilidad se cuestiona todos los días. Tienes que argumentar tus enfoques todos los días. Tienes que escuchar a la sociedad todos los días. Y ojo, eso se hace como se hizo siempre: saliendo a la calle, gastando la suela de los zapatos, no solo a través de facebook o twitter.